Nuestro ojo es un órgano importante que está en contacto con el exterior. Por esta razón cuenta con diversas protecciones.
Las pestañas, los párpados y hasta las cejas le proporcionan diferentes tipos de protección física. Y las lágrimas también protección química.
¿Cómo es eso?
Con cada parpadeo mantenemos nuestros ojos humedecidos con lágrima. Estas lágrimas están segregadas por las glándulas lagrimales y están compuestas de agua, proteínas, aceites y mucosa. Y enzimas bactericidas como la lisozima, presente también en la saliva y la leche materna.
En el agua de la lágrima también hay disueltas diferentes sales minerales provenientes del plasma sanguíneo que le dan su característico sabor salado. Al igual que ocurre con otras secreciones corporales como el sudor o la orina.
Pero aunque las lágrimas sean iguales unas a otras, el motivo del llanto no es siempre el mismo. Por ello podemos clasificar las lágrimas en tres tipos:
- -Basales.- Se segregan continuamente y sirven para lubricar el ojo y prevenirlo de la sequedad y las infecciones.
- -Reflejas.- Son las que se producen en un momento puntual como respuesta a una irritación del ojo. Tal es el caso de una humareda, al pelar una cebolla o el polvo en el ambiente.
- -Emocionales.- Son las segregadas en ciertos estados emocionales para reforzar el lenguaje corporal y como resultado de los cambios hormonales y químicos suscitados por el cerebro al procesar una emoción.
Así, el ritmo de parpadeo y de producción de lágrima puede variar dependiendo de la situación.
Un ambiente excesivamente seco o enrarecido o un agente irritante que entre en contacto con la mucosa ocular hacen aumentar la cantidad de lágrima para proteger adecuadamente el ojo. A la frecuencia que podríamos considerar normal, parte de la lágrima se evapora entre parpadeo y parpadeo (no lo hace al instante por la presencia de aceites y mucosa) y lo que sobra se recoge en el saco lagrimal situado en la parte más cercana a la nariz y se elimina por las fosas nasales.
Pero si la afluencia de lágrima aumenta, el saco lagrimal rebosa dando lugar al llanto. Las lágrimas recorran nuestras mejillas y sentimos la necesidad de sorber por la nariz el exceso de lágrima.
Nota sabionda: En ausencia del lenguaje oral, los bebés humanos utilizan el llanto como lenguaje corporal para reclamar la atención necesaria para sus cuidados y el alivio de su malestar. Una especie de ventaja adaptativa para requerir el cuidado necesario para el bebé por parte de un adulto. Al crecer, el uso del llanto no se limita a la expresión de hambre o frío u otra necesidad básica sino que evoluciona para expresar emociones como la tristeza, la angustia, alegría o la pena, con implicaciones comunicativas, hormonales, sociales y psicológicas.